de traer una persona a la encarnación y la forma completamente ciega
y frecuentemente atemorizada e ignorante con que la despedimos al
salir de la encarnación. Trato hoy de mostrar a Occidente un método
nuevo y más científico para dirigir el proceso de la muerte y
permítanme dejar bien aclarado que lo que tengo que decir, de ninguna manera abroga a la ciencia médica moderna, con sus paliativos y pericia. Todo lo que alego es un acercamiento sensato a la muerte; sólo trato de sugerir que cuando el debido sufrimiento ha terminado y sobreviene el debilitamiento, se permita a la persona moribunda prepararse, aunque esté aparentemente inconsciente, para la gran transición. No olviden que se requiere una fuerte y constante opresión sobre el sistema nervioso para producir dolor. ¿Les resulta imposible concebir el momento en que el acto de morir sea el triunfo final de la vida? ¿No pueden imaginarse que el tiempo transcurrido en el lecho de muerte será el preludio de un retiro consciente? ¿Pueden imaginarse el momento en que el hombre llegue a desprenderse del obstáculo de la envoltura física y sea para él y quienes lo rodean, la tan esperada y feliz consumación? ¿No pueden visualizar el momento en que en vez de -lágrimas y temores, por no querer reconocer lo inevitable, la persona moribunda y sus amigos se pongan de acuerdo respecto a la hora, y sólo la felicidad caracterice el tránsito? ¿Que las mentes de los que quedan estén libres de ideas funestas, y los lechos de muerte sean considerados como ocasiones más felices que los nacimientos y casamientos? Les digo que dentro de poco tiempo esto será ciertamente así para los inteligentes de la raza, y poco a poco para todos.
Quizás digan que éstas son sólo
hipótesis respecto a la
inmortalidad y no evidencias
seguras. En la acumulación de testimonios, en las afirmaciones internas del corazón humano y en el
hecho de la creencia en la perduración eterna, como una idea en la
mente de los hombres, reside la segura indicación. Pero la indicación dará lugar a la convicción y al conocimiento antes de pasar otro scien años, porque tendrá lugar otro acontecimiento y será dada a la humanidad una revelación que tornará la esperanza en realidad y la creencia en conocimiento. Mientras tanto se debe cultivar una nueva actitud y establecer una nueva ciencia respecto a la muerte. Que la muerte deje de ser lo único que no podemos controlar y que nos vence inevitablemente, y comencemos a controlar nuestro tránsito al más allá y a comprender algo de la técnica de esa transición.
En consecuencia, en esta segunda
parte, consideraremos el problema de la muerte o el arte de morir. Esto es algo que todas
las
personas gravemente enfermas
deben inevitablemente encarar, y los que poseen buena salud deben
prepararse para ello mediante el recto pensar y la sensata anticipación. La actitud morbosa que adopta la
mayoría de la gente hacia el tema de la muerte y su negativa a
considerarla cuando gozan de buena salud es algo que debe ser
alterado y cambiado deliberadamente. Cristo demostró a Sus discípulos la correcta actitud cuando se refirió a Su venida e inmediata muerte en manos de Sus enemigos, y a Su reprensión cuando los vio acongojados, recordándoles que El iría al Padre. Siendo un iniciado de alto grado, quiso significar, esotéricamente hablando, que haría "la restitución a la Mónada"; la gente común y los que no han alcanzado el tercer grado de iniciados hacen "la restitución al alma".
El reinado del temor a la muerte
casi ha terminado, y entraremos
pronto en un período de
conocimiento y seguridad, que socavará la base de todos nuestros temores respecto al temor a la muerte, poco
puede hacerse, excepto elevar el tema a un nivel más científico y, en este sentido, enseñar a las personas a morir. Existe una técnica de morir, así como existe una de vivir, pero se ha perdido en gran parte en Occidente y casi en Oriente, excepto en algunas agrupaciones en Oriente formadas por Conocedores.
Respecto al entrenamiento a que
pueda someterse el hombre, daré
algunas sugerencias que
impartirán un nuevo significado a la mayor parte del trabajo que realizan los aspirantes. Los Hermanos Mayores
de la raza, que han guiado a la humanidad durante siglos, están
preparando personas para dar el próximo paso, lo cual traerá una
continuidad de conciencia que terminará con el temor a la muerte y
vinculará los planos físico y astral en tan íntima relación, que en
realidad constituirán un solo plano. Así como tiene que producirse
una unificación entre los diversos aspectos del hombre, también debe
efectuarse una unificación en conexión con los diferentes aspectos de la vida planetaria. Los planos deben ser unificados del mismo modo que el alma y el cuerpo. Esto ya se ha realizado en gran parte entre el plano etérico y el plano físico denso. Ahora se efectúa
rápidamente entra el físico y el astral.
En el trabajo que están
realizando los investigadores en todos los
campos del pensamiento y de la
vida humana, continúa esta unificación, y en el entrenamiento sugerido a los aspirantes sinceros hay otros objetivos, además de producir la unificación entre el alma y el cuerpo. Sin embargo, no se acentúa ninguno de ellos debido a la propensión del hombre a recalcar los objetivos erróneos. Quizá podría preguntarse si es posible dar una serie de reglas sencillas para ser seguidas por todos aquellos que procuran establecer tal ritmo, y así la vida será metódica y constructiva, y llegado el momento de retirarse de la envoltura externa no habrá problema ni dificultad.
Daré por lo tanto cuatro reglas
sencillas que enlazará lo que muchos
estudiantes actualmente
hacen:1. Aprender a mantenerse enfocados en
la cabeza mediante la
visualización, la meditación y
la práctica constante de la concentración; desarrollar la capacidad de vivir acrecentadamente
como el rey sentado en el trono entre las cejas. Esta es una regla
que puede ser aplicada a los asuntos de la vida.
2. Aprender a rendir cordial servicio y no
insistir emocionalmente en la actividad dirigida a manejar los asuntos
ajenos.
esto significa, antes que
cualquier actividad, responder a dos preguntas: ¿Estoy rindiendo este servicio a un individuo como
individuo, o como miembro de un grupo a otro? ¿Es mi móvil un impulso egóico o estoy impulsado por la emoción, la ambición de sobresalir y el deseo de ser amado o admirado? Estas dos actividades tendrán como resultado el enfoque de las energías de la vida arriba del diafragma, y así se anulará el atractivo poder del plexo solar. En consecuencia este centro será cada vez menos activo y no existirá el peligro de rasgar la trama en ese lugar.
3. Aprender, antes de dormirse, a retirar la
conciencia a la cabeza. Esto debe practicarse definidamente como un ejercicio al
entrar en el sueño.
No deberían permitir deslizarse en el sueño, sino mantener la conciencia intacta
hasta pasar conscientemente al plano astral. Debería intentarse el
relajamiento, la cuidadosa atención y una constante atracción hacia el
centro de la cabeza, porque mientras
el aspirante no haya aprendido a
ser consciente de todos los procesos del sueño y a mantenerse al
mismo tiempo positivo, resulta peligroso este trabajo. Los primeros pasos
deben darse con inteligencia y seguirse durante muchos años, hasta hacer con facilidad el trabajo
de abstracción.4. Anotar y vigilar todos los fenómenos
relacionados con el proceso de retiro, ya sea durante el trabajo de meditación o al
dormir. Se hallará,
por ejemplo, que muchas personas despiertan sobresaltadas inmediatamente
después de dormirse. Esto se debe a que la conciencia no se desliza por
la trama que está bien abierta, sino por un orificio parcialmente
cerrado. Otros podrán oír un chasquido violento en la región de la
cabeza. Es causado por los aires vitales
en la cabeza, que generalmente
no percibimos, producidos por una interna sensibilidad auditiva que causa percepción de sonidos siempre presentes, pero normalmente no registrados. Otros verán una luz cuando están por dormirse, nubes de colores o banderas y gallardetes de color violeta; éstos son todos fenómenos etéricos, sin real importancia, y se relacionan con el cuerpo vital, las emanaciones pránicas y la trama de luz.
Efectuar esta práctica y seguir
estas cuatro reglas durante años,
facilitará grandemente la
técnica del lecho mortuorio, porque el hombre que ha aprendido a manejar su cuerpo cuando está por dormirse, tiene una ventaja sobre quien nunca ha prestado atención al proceso.
En relación con la técnica de
morir sólo me es posible ahora hacer
una o dos sugerencias. No me
ocupo aquí de la actitud de los atentos vigías, sino de esos puntos que harán más fácil el paso del alma
transeúnte.
Primero, se debe guardar
silencio en la habitación. Esto con
frecuencia se hace. Se ha de
recordar que la persona moribunda está por lo general inconsciente. Esta inconsciencia es aparente, no real. De novecientos casos sobre mil hay percepción cerebral, con plena conciencia de lo que ocurre, pero existe parálisis completa de la voluntad para expresarse y total incapacidad para generar la energía indicadora de vida. Cuando el silencio y la comprensión reinan en la habitación del moribundo, el alma que parte, puede retener con claridad la posesión de su instrumento hasta el último minuto y hacer la debida preparación.
En el futuro, cuando se sepa más
sobre los colores, sólo se permitirá la luz anaranjada en la
habitación de un moribundo, siendo instalada con una ceremonia apropiada
cuando no haya posibilidad de
restablecimiento. El color
anaranjado ayuda al enfoque en la cabeza, así como el rojo estimula el plexo solar y el verde tiene un efecto
definido sobre el corazón y las corrientes de la vida.
Ciertos tipos de música se
utilizarán cuando se conozca algo más en
conexión con el sonido, pero aún
no existe ninguna música que facilite el trabajo del alma al abstraerse del cuerpo, aunque se
descubrirá que ciertas notas del órgano son efectivas. En el momento exacto de la muerte, si se emite la misma nota de la persona, se coordinarán las dos corrientes de energía y eventualmente se cortará el hilo de vida, pero este conocimiento es demasiado peligroso para transmitirlo y sólo podrá darse más adelante. Quisiera indicar el porvenir de los futuros estudios esotéricos y las líneas que deberán seguir.
Se encontrará que la presión
sobre ciertos centros nerviosos y
arterias, facilitará el trabajo.
Esta ciencia de la muerte es mantenida en custodia en el Tíbet, como lo saben muchos estudiantes.
Presión sobre la vena yugular y sobre ciertos grandes nervios en la
región de la cabeza y en un punto especial de la médula oblongada,
será muy útil y efectiva. Más tarde se elaborará inevitablemente una ciencia definida de morir, pero sólo cuando la existencia del alma sea reconocida y su relación con el cuerpo haya sido científicamente demostrada.
También se emplearán frases
mántricas y serán definidamente
construidas en la conciencia de
la persona moribunda por quienes la circundan, o serán empleadas deliberada y mentalmente por él mismo.
Cristo demostró su empleo cuando exclamó: "Padre, en Tus manos
encomiendo Mi espíritu". Y tenemos otro ejemplo en las palabras: "Señor, ahora dejarás a Tu ciervo irse en paz". El constante uso de la Palabra Sagrada entonada en voz baja o en una nota especial (a la cual responda la persona moribunda), podrá más adelante constituir una parte del ritual de transición acompañado con unción de aceite, según se practica en la Iglesia Católica. La extremaunción tiene una base oculta científica. La cima de la cabeza del moribundo debería también simbólicamente estar hacia el este y las manos y los pies cruzados. Debería quemarse en la habitación sólo madera de sándalo y no permitirse ninguna otra clase de incienso, porque la madera de sándalo es el incienso de primer rayo o destructor, y el alma está en proceso de destruir su morada.
Esto es todo lo que puedo
comunicar por ahora sobre el tema de la
muerte, para la consideración
del público en general. Pero les suplico activar en lo posible el estudio de la muerte y su técnica y
llevar adelante la investigación oculta sobre este tema.
(5) Volviendo a su instrucción,
sí quiere acrecentar la capacidad de
las tres actividades -contacto,
impresión, relación- puede practicar un ejercicio simple antes de retirarse a dormir.
Después de lograr en lo posible
una posición cómoda, trate de adoptar la actitud interna de que
suavemente se va desprendiendo del cuerpo físico, manteniendo el concepto
en el plano mental, comprendiendo, sin embargo, que es una simple
actividad cerebral. De ninguna manera debe involucrar el corazón. La
finalidad es mantenerse consciente cuando aparta la conciencia del
cerebro y la lleva a los niveles sutiles de la percepción. Usted no abandona permanentemente el
cuerpo físico, por
lo tanto, no está involucrado el hilo de vida arraigado en el corazón. Durante unas
horas y mientras está revestido con los vehículos astral y mental, el
objetivo es mantenerse en otra parte conscientemente consciente. En
forma terminante se convierte en un punto de conciencia enfocado e
interesado, empeñado en salir del cascarón del cuerpo físico. Se
aferra a ese punto, se niega a mirar atrás al vehículo físico, las
preocupaciones, los intereses y las circunstancias de la vida
diaria, esperando firmemente el momento en que su negativa actitud hacia el
plano físico y su actitud positiva hacia los planos internos le
traigan un instante de liberación, quizás un destello de luz, la
percepción de una puerta de escape o el reconocimiento de lo que lo
circunda, más la eliminación de toda sorpresa o la expectativa que se
produzca un fenómeno.
Cuando practica este ejercicio
de abstracción realiza simplemente un
proceso diario muy común. Si
consigue hacerlo con facilidad, cuando llegue la hora de la muerte podrá automáticamente y fácilmente -
debido a que su cuerpo físico no ofrece resistencia alguna, sino que permanece pasivo y negativo- hacer la Gran Transición sin preocuparse por lo desconocido ni temerlo. Quisiera que este ejercicio lopractique todo el grupo. Sólo involucra mantener constantemente una actitud y una fija determinación de aferrarse al punto de conciencia de su permanente yo, más una viva expectativa. Elijo estas palabras con cuidado y les pido que las estudien con el mismo cuidado.
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